martes, 15 de diciembre de 2015

Volver, quedarse.

Probablemente este sea el peor momento para rescatar costumbres perdidas; posiblemente, no haya un momento mejor. Cómo es la melancolía, que hace volver las inquietudes olvidadas; como cuando vuelve el rock o los pantalones de campana, que en el fondo sabes que siguen ahí y no se irán nunca. He querido empezar "otro cuaderno" y me he puesto a leer los viejos y ¿a quién quiero engañar? No voy a empezar nada porque, aunque quizás más madura por todos los años que han sido y también (y de esto puedo estar segura) menos ducha en la gramática por escogerme de ciencias, sigo siendo exactamente igual. Lo único diferente, y lo podría considerar un avance si fuese yo de esa gente, es que entonces temía a los cambios, aunque reconociendo que no siempre fuesen malos; era un temor curioso, que escondía una esperanza, pero un temor al fin. ¿Y ahora? Ahora la Esperanza está muerta, porque la he matado yo, y me sorprendo tomando consciencia de un miedo que jamás pensé que pudiese sentir y es mayor que cualquier otro, pero a la vez estoy físicamente tranquila ante él. Está claro que debe de ser por el shock. Me da pavor este estatismo, ¿quedarme así para siempre? ¡Madre mía! No concibo nada peor que esta nada. Edgar Allan Poe, autor predilecto de mi juventud darks, escribió "El entierro prematuro" en referencia a la catalepsia que padecía; como aquí no me ve nadie, me atreveré a comparar la catalepsia física de Poe con mi catalepsia mental; total, después de atreverme a usar el punto y coma "a ojo" con todo el descaro del mundo y con toda la pena de no recordar bien algo que tanto respeté, ¿a quién le importa? Me arriesgo a decir que esto es peor, nadie va a cavarme una fosa, pero porque no hace falta. El cataléptico mental se entierra a sí mismo en el vacío de su estómago y cuando lo llena se vomita y vuelta a empezar. La catalepsia mental es la bulimia del alma y los ácidos te estropean la sonrisa y escupes sangre como en la del DSM y tampoco se tiene por qué notar, es lo que tienen las cosas neutras. 
Y ya que estoy metida de lleno en mis propios fangos, voy a hacerme del todo el homenaje porque esto es Internet y hemos venido a jugar y, como si fuese Facebook rescatando fotos horribles que habías logrado olvidar, voy a copiar las cosas que escribía con 16 años, frases que podrían competir con los mejores tuits de Mónica Carrillo.




Pero puede que, tal vez, este sea el último septiembre que empieza como cualquier otro, entre días grises y canciones de Extremoduro... (¡Que te lo has creído!)


Vamos a esperar sentados a lo inesperado y que vuelva Octubre para recordarte que el tiempo pasa también para ti, y soñar entonces con poder pararlo y recuperar lo que ya perdimos, y, entre tanto, lo que perderemos se aleja lentamente por mi izquierda mientras tú lo observas y te preguntas a dónde irá... DESIDIA (fragmento, no sé si perdí el resto).

Escaparme del viento, 
salpicar a la lluvia, 
hacer sombra a las nubes, 
deslumbrar al sol 
e iluminar a esa luna 
la más negra de sus noches. 
(Propósitos de año nuevo -en octubre. Intensa. Estaría contenta ¡qué locuela!).



Ahí estaban y aquí siguen, el tiempo, los cambios, Octubre y el miedo. Y la motivación para recordarla... tendré que pedirle un rescate.